martes, 1 de febrero de 2011

Relaciones Humanas

Llevo días sin poder dormir bien.
Acabo de llegar del trabajo. Afuera está nublado. Llovió gran parte del  día, de hecho me moje mucho esta mañana antes de llegar a la oficina.
Tengo unos de esos días cargados de introspección, en donde todo se inunda de una gran nostalgia. No tanto por lo que no fue, si no diría por lo que no va ser…
Los momentos no son los indicados, no coincidimos. No se puede dejar fluir porque la parte herida, seguramente, muy probablemente sea la mía.
El sentimiento de desolación es casi palpable en mi mirada, en mis actitudes…
Tomar decisiones se hace confuso. En tres días viaje a Canadá, me tome en una semana en Victoria (Entre Ríos) y hasta me mude y cambie de trabajo…
Hay momentos extremos en donde hay que plantarse, frenar y pensar.  Pensar  en uno. Dejar que las ideas broten. Ir hasta lo más hondo y volver. Replantearse acciones.
Todas las relaciones son complicadas, pero más aún cuando uno forma parte.
Cuando el amor se termina se intenta ser lo suficientemente “amoroso” para no herir el corazón de nadie. Cuidarse y cuidar… por el tiempo compartido, por situaciones vividas, por la historia que se escribió de a dos. Hasta dónde deberíamos? Cuál es el límite?
No encuentro algunas respuestas, quizás no las quiero. Quizás no existan.
Lo cierto es lo que me decía la Lala (mi abuela), "Carolin... Si tiene que ser, va a ser y después, el resto, viene sólo"
Me decía algunas cosas más sumadas a esa frase que por el momento quedarán entre nosotras....